4 de agosto de 2011

EL CASO APENADA


Apenada era una yegua alazana hija de Montalbán y Bananita que defendía el stud Gino y la preparaba Mauro Carazas.
Era el año 1967 y no hace mucho que me iniciaba como hípico, gracias a mi amigo Pedro Hani que más o menos un año atrás, me llevó por primera vez a las carreras de caballos y desde ese entonces me convertí en un asiduo concurrente al deporte del pura sangre de carrera.

Volviendo al título de mi comentario, mucho recuerdo a la yegua en referencia, porque fue la primera vez que quedé misio, luego de jugarle hasta mi camiseta. Y no es que era un jugador, pero si te dicen que la yegua es fija y no perdía ni muriéndose, había que rascarse los bolsillos y jugarle todo el capital, que no era mucho porque era estudiante, pero para mi constituía una buena suma.

Era un domingo 25 de junio de 1967, el Jockey Club de Arequipa había programado siete carreras y la prueba central fue dedicada al Diario Correo. Estaban inscritas yeguas de la calidad de Bujama, Galaxia, Godiva, Faisana y Venusiana; es decir, lo mejorcito de las hembras del Hipódromo de Porongoche.

Pero mi anécdota viene de la sexta carrera donde tomaban parte Apenada, Tildillo, Vigoroso, Zaronk, Folidol y Florita; un hándicap del 18 y más de la tabla de hándicap, sobre 1300 metros.

Vigoroso, Florita y Folidol, eran los candidatos al triunfo y la veloz Apenada una de las que menos opción tenia; sin embargo, se me acercó un amigo y me dijo con toda la confianza del mundo, “Juégale hasta tu camiseta a la yegua Apenada”, estás loco le contesté, en la distancia y lote va muerta, afirmé con energía.

No importa me respondió, la yegua va con todo y en mi delante le han puesto una botica; y para despistar han asegurado al aprendiz Carranza.

Con tan buenos argumentos y ante la seguridad de mi amigo, no me quedó otra cosa que jugarle todo lo que tenía; solo me alcanzó para tres boletos a ganador y pensé que con ellos me haría millonario.

Era aproximadamente las cinco de la tarde en que se dio el inicio de la carrera; las huinchas se elevaron y Apenada salió a medio grupo; pero cuando doblaron la curva de los 900 y empezaba la subida, el novel aprendiz de Apenada quiso tomar la punta por un sitio donde no había pasada, la yegua se fue de manos, arrojó a su jinete y con él, mis esperanzas de llenarme los bolsillos de dinero.

Quedé más frío que tumba, no podía creer lo que había sucedido; pero lo curioso fue que Apenada sin jinete ganó la carrera y para demostrar que era una fija bancaria se dio tres vueltas y media a la pista, no la paraba nadie y es que el aderezo era del bueno, pero los incautos que le jugaron, entre ellos yo, no pensaron en la mala suerte.

La carrera de la yegua llamó la atención a todos y por supuesto a la Junta de Comisarios, que ese día estuvo compuesta por los señores Francisco Salinas, Roberto Ramallo y Jorge Muñoz de Baratta, los cuales solicitaron se aplique un análisis de sangre a la pupila de Carazas.

El castigo no se hizo esperar y el Directorio suspendió al preparador Mauro Carazas en forma indefinida, en vista que la muestra de sangre arrojó sustancias extrañas.

Pero vinieron las cartas de reconsideración del propietario de Apenada, del preparador y del capataz que en ese entonces era Demetrio Vargas, aduciendo que los comisarios no habían actuado conforme al reglamento y explicamos porque.

Si bien es cierto, la muestra obtenida el día de carreras arrojó estricnina 4 cruces positivo, arsénico 3 cruces positivo, no fue cerrada, lacrada ni sellada tal cual se estipulaba en el reglamento de carreras, resultó contradictoria con la contramuestra que por descuido, recién la solicitaron al preparador al día siguiente y como era de esperarse esta última salió más limpia que sangre de potrillo de un año.

Existiendo contradicción en el resultado de ambos análisis y no habiéndose observado el reglamento de carreras y el reglamento de muestras, así como el informe del veterinario oficial del JCA, el Directorio acordó dejar sin efecto la sanción impuesta al preparador Mauro Carazas así como al capataz, cambiando la sanción por una fuerte amonestación.

Y para que no se queden con la duda, la carrera donde corrió Apenada la ganó Tildillo, un alazán de nueve años por Becaurie y Utopía, que para colmo de males resultó el menos jugado de la carrera y dio un alto dividendo.

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