Realmente es incierto, poco alentador y si seguimos con la misma tónica con la cual se viene actuando, con toda seguridad seguiremos el ejemplo del Jockey Club de Chiclayo; es decir, el cierre de puertas definitivo.
No es una idea personal, es evidente y por todos conocido; ya que con tan pocos caballos, jinetes donde los dedos de la mano sobran para contarlos, poquísimos preparadores, afición que cada día se aleja más, retraso en el pago de premios, directivos que prefieren ir al local de las agencias de apuestas en vez de asistir al hipódromo, juego semanal que apenas supera los cinco mil nuevos soles contra gastos que cuadriplican el mismo, es para pensar en un futuro poco alentador y una muerte anunciada.
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