Antes de concluir con la lectura de la memoria y balance general, ya existían rumores sobre los posibles vencedores, reflejada en la sonrisa de los partidarios del señor Salvador Lindley.
El escrutinio se llevó a cabo en el “salón de espejos” y podía verse por la ventana que da a la calle, el movimiento de las personas que tenía a su cargo, el difícil trabajo.
Se oían cada vez más insistentes las siguientes palabras: ¡ya ganamos!, “fíjate que triste está Sanjinés sentado en la silla” y “mira al flecha, se puso la pipa en la boca cual era la clave”. No está demás agregar que como “flecha” lo conocían a Jaime Olivares, por su porte alto y delgado.
Ya más de uno tragaba la saliva con dificultad y los miembros del Comité empezaban a demorarse demasiado, haciendo presagiar que el resultado sería muy estrecho como finalmente así lo fue.
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